domingo, 8 de enero de 2012

Sub Marcos: otra rabia, nuestra indignación organizada

Palabras de la Comisión Sexta del EZLN en la marcha del 12 de mayo de 2006
Ciudad de México

Compañeros y compañeras de la otra campaña:

Hoy, como en otras ocasiones, nos convoca el dolor.

El dolor de ver a nuestras compañeras, a nuestros compañeros del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y de otras organizaciones, grupos, colectivos, familias y personas atacados por las policías de los malos gobiernos en San Salvador Atenco.

Los malos gobiernos del municipio de Texcoco, de filiación perredista; del estado de México, de extracción priísta, y el gobierno federal, que encabeza el panista Vicente Fox Quesada.

No fue, como dicen allá arriba, un operativo para imponer el orden.

Fue un ataque de destrucción y aniquilamiento, perpetrado con la impunidad de quien se sabe protegido por la ley de arriba, la ley del poderoso. La ley que justifica el asesinato de un joven, el empleo de armas de fuego en contra de población civil indefensa, la destrucción de viviendas humildes, las golpizas salvajes sobre todo lo que se moviera, la agresión sexual en contra de mujeres y muchachos, las detenciones arbitrarias e indiscriminadas. En suma, el fascismo.

Todo esto con una coartada, que apenas duró unas horas en los medios de comunicación, la del estado de derecho, la de la imposición de la ley.

El mismo estado de derecho que ha convertido la justicia en mercancía cara, cuyo costo sólo puede ser pagado por el que tiene dinero. Así hemos visto a Marta Sahagún, del PAN y esposa de Vicente Fox, comprar a jueces para cubrir el enriquecimiento ilícito de su familia. Y si alguien se atreve a denunciarlo públicamente, nueva compra de la justicia para acallar y penalizar a quien dijo la verdad.

El mismo estado de derecho que solapa y cubre a los legisladores que, como Diego Fernández de Cevallos, del Partido Acción Nacional, se dedican a usar su posición política para favorecer el crimen organizado. El mismo estado de derecho que no sólo permite, también promueve el uso de recursos de la nación para que el PAN invierta en el negocio redondo de los puestos públicos y la inflación de encuestas, como hacen con ese enano mental con aspiraciones de dictadorzuelo que es Felipe Calderón.

El mismo estado de derecho que da prerrogativas legales al brazo político del crimen organizado, el Partido Revolucionario Institucional, y a ese gánster venido a menos que es Roberto Madrazo.

El mismo estado de derecho que encubre la corruptela institucionalizada llamada Partido de la Revolución Democrática, y que alimenta y nutre, con los mismos embaucadores de siempre, la campaña de Andrés Manuel López Obrador.

Compañeros y compañeras:

Allá arriba, en algunos lados, están proponiendo orientar su ocio a la teoría de la conjura, de la conspiración, del complot ideado para arruinarles el negocio en el que han convertido las elecciones.

Pero acá abajo sabemos lo que pasó: la maquinaria represiva del Estado echada a andar sin importar dónde, cuándo, quién ni cómo.

Quieren que abajo nos convenzamos de que sólo es posible la política de arriba, con ellos y ellas, bajo sus reglas y tiempos.

"Pruebas", piden los de arriba cuando se les señalan las violaciones a los derechos humanos con que aplicaron "su ley". "Pruebas" repiten sus ecos amaestrados.

Como si allá arriba se hubieran tomado la molestia de reunir "pruebas" para hacer lo que hicieron.

¿Y los partidos políticos y sus candidatos? ¿Acaso les importa lo que acá bajo sucede?

No.

Se enteran por los medios de comunicación y van corriendo con sus asesores de imagen para hacer el cálculo de qué impacto puede tener en las encuestas el despotricar prometiendo, si llegan a la Presidencia, convertir todo el país en el Atenco del 3 y 4 de mayo (como hicieron Calderón y Madrazo); o quedarse callado, como hizo AMLO, limitándose a condenar la violencia, "venga de donde venga", como si fuera equiparable la de los pobladores a la de los policías.

Atentos a las encuestas, a estos políticos no les interesa ni la democracia, ni la libertad, ni la justicia.

Porque ninguna de estas banderas, abrazarlas, hacerlas suyas con consecuencia, inciden en las encuestas.

Compañeros y compañeras:

Todo esto lo sabemos, y por eso también nos convocan hoy la indignación y la rabia.

La indignación y la rabia que provoca el saber que, para los de allá arriba, las mujeres son el botín de guerra prometido de antemano a las tropas del "orden".

La agresión que recibieron y reciben nuestras compañeras por el hecho de ser mujeres.

El querer no sólo golpearlas y detenerlas, también humillarlas y destruirlas moralmente.

Y el mensaje no es sólo para ellas como mujeres que luchan por un país mejor, por otro México.

Es para todas las mujeres en México.

Para el sistema económico y político todas son el botín con que se paga a quien impone con la fuerza lo que no puede sostener con la razón.

Someterse de buen grado al desprecio, al maltrato, a la agresión sexual, a la violación; o ser obligadas a ese sometimiento con el uso legal de la violencia. Esta es la alternativa que, para todas las mujeres de abajo, humildes y sencillas, ofrece el sistema, independientemente del signo político que se simule allá arriba.

¿Quién puede enorgullecerse de aplaudir esto como símbolo de la modernidad democrática en nuestro país?

¿Quién puede ser honesto y guardar silencio frente a esta crueldad?

¿Quién, como mujer, como ser humano, en México o en cualquier parte del mundo, puede saber de lo que significó ser mujer en San Salvador Atenco, en el estado de México, el 3 y 4 de mayo de 2006, y seguir de largo, no hacer nada y seguir cargando la humillación propia, disfrazando de destino y mala suerte lo que han convertido en maldición?

¿Quién puede conocer todo eso y tomar el micrófono, la cámara, la computadora, el estrado, la mesa, el transporte, el lapicero, la herramienta de trabajo en el campo o en la ciudad, el libro, el cuaderno de apuntes, el juguete, encender la radio o la televisión, leer el periódico o una revista, y no ver y no oír, o, peor aún, ver y oír y pensar que tal vez se lo merecían, "quién les manda ser estudiantes, trabajadoras, indígenas, quién les manda ser pobres, quién les manda no ser diputadas, senadoras, gobernantes, funcionarias, empresarias; en fin, quién les manda ser mujeres".

¿Qué mujer en México, sin importar sus ideas, puede honestamente quedarse callada?

¿Quién como joven, anciano, niño, hombre o mujer, puede saber lo que significó ser uno u otra en Atenco el 3 y 4 de mayo, y permanecer inmóvil?

¿Quién puede escuchar la historia de los dolores de esos compañeros y compañeras y no sentir la misma rabia y la misma indignación?

¿Quién puede escuchar la decisión de seguir luchando que sigue en su corazón, y no sentir la misma rebeldía?

No nosotras, no nosotros, no la otra campaña, no los compañeros y compañeras que somos de quienes sufrieron el ser de abajo y de izquierda en la larga jornada del terror de arriba los días 3 y 4 de mayo en San Salvador Atenco.

Ni indiferentes, ni callados, ni inmóviles.

Nosotras, nosotros, la otra, no dejaremos a nuestras compañeras y compañeros solos, solas. Ni en la cárcel, ni en su dolor, ni en su rabia, ni en su lucha.

No importan ni el tiempo que tarde ni la coyuntura que allá arriba decidan e impongan.

No importa si somos muchos o pocos.

No importa si se nos ataca o se nos alaba.

No importa si se nos comprende y apoya, o si se nos condena y persigue.

Cumpliremos el deber primero que adquirimos como parte de la otra: ser con los otros y otras, apoyarnos, no dejarnos solos.

Seguiremos gritando y seguiremos movilizando, todos, todas, en todo el país.

Si piensan que con la represión nos van a detener o a desanimar, que tomen el ejemplo de nuestros compañeros y compañeras detenidas el 3 y 4 de mayo.

Si es la represión, con la coartada partidaria o mediática que sea, con la que decidan enfrentar nuestra demanda de justicia, que de una vez vayan haciendo lugar en las cárceles, en los hospitales y en los cementerios, porque esto no se va a detener hasta que todos los presos y presas del 3 y 4 de mayo salgan libres.

Allá arriba no les importamos.

No les importa el horror que provoca el saber lo que le hicieron a nuestros compañeros y compañeras y a personas que ni siquiera sabían de qué se trataba.

Calculan que los golpes y amenazas, el tiempo, las mentiras y el silencio terminarán por mandarnos a un rincón olvidado.

Se equivocan.

Seguiremos con nuestras protestas y movilizaciones, en todo México y en el mundo.

Sabrán que acá abajo ni perdonamos ni olvidamos.

Y no será la nuestra una rabia como la de antes, como la de siempre.

No.

Ahora es y será una indignación organizada, otra rabia.

Apenas empezamos, no nos detendremos.

Que saquen a todos los presos, a todas las presas, o que de una vez nos metan a todos a la cárcel.

Desde la otra Ciudad de México.

Subcomandante insurgente Marcos.

México, Mayo de 2006.



http://ezln.multiply.com/journal/item/119/119

jueves, 5 de enero de 2012

A 7 meses de fallar el ataque. Carta a los corazones Indómitos (por Luciano Pitronello)


1 de Enero 2012 Santiago $hile.
A 7 meses de fallar el ataque
Carta a los corazones Indómitos
Difícil se me hace comenzar a escribir cuando sé que tengo mucho que comunicar y mas aún por callar, el silencio se ha vuelto un gran compañero y no en vano, pues mis enemigos desean eso, que me comunique, que me explaye con mis ideas, que justifique mi acción ilegal, para poder aplicar la ley antiterrorista y sepultarme incluso en la condición en la que me encuentro, desean ese trofeo de guerra, un joven con múltiples heridas, prisionero por no haberse autoengañado con la comodidad de una revolución enmarcada dentro de lo políticamente correcto. El poder ambiciona con mi juicio, que la señora en la casa le diga a su pequeño rebelde que así terminamos lxs idealistas, lxs que nos atrevemos a soñar, que ni lo piense, que se empieza con la rebeldía propia de la edad y que si no se frena puede terminar en terroríficas consecuencias, justificar a través de mi ejemplo, el sistema carcelario, la represión por el “bien de nuestrxs hijxs y el futuro”.
Sé que el poderoso desea eso, o al menos lo espera, que de alguna u otra forma me manifieste públicamente, por eso preferí el silencio, pienso que en estos momentos es muchísimo mejor que hablen por mi, mis compañeros, conocidos o no, da igual, tal como en interminables jornadas por la liberación animal, supe hablar por el que no podía, creo que ahora debe suceder lo mismo, porque sinceramente pienso que otrxs compañerxs, incluso de diferentes partes del globo ya lo han hecho y han tenido esplendidos resultados, no sólo con todo lo que involucra a mí moral, sino con todo lo que involucra la solidaridad, la cual me atrevería a representarla como la primera pieza de una gran hilera de domino, en donde se empuja la primera y la segunda bota a la tercera y así sucesivamente, donde mi moral vendría a ser 1 pieza más del domino, en donde también está el daño al sistema al romper con sus lógicas autoritarias, la estima que genera la acción tanto a nivel individual como a nivel colectivo, además de representar un escaño más en el conflicto con la realidad y así podría pasar días enumerando los distintos efectos que puede llegar a tener una acción solidaria.
Sin embargo, tal como mis enemigos desean que me comunique, sé que muchísimos compañeros también los desean y sepan que lo sé y lo siento mucho, por que tuvieron que pasar varios meses en la incertidumbre para recibir alguna noticia, lamento profundamente comunicarme en estas circunstancias, fui yo el que siempre enfatizó que la solidaridad debía ser recíproca y créanme que yo mas que nadie lamentaba no haberme pronunciado antes, sentí que me traicionaba a mi mismo al callar ¿le incomodara que solidaricemos con él? Especulaba que pensaban al interpretar mi silencio, pero tengo una pequeña y hermosa hija que necesita de su papá, y tampoco puedo traicionarla a ella. Ella me motivo al silencio, mis ideales me motivan al dialogo y ustedes, mis compañerxs de siempre me incitaron al punto de medio.
No me gusta escribir sin pensar lo que quiero transmitir y que se entienda a cabalidad, escribir algo en mi situación amerita una reflexión profunda ¿vale la pena? Ya que en mi caso, a diferencia de la mayoría de los procesos políticos, que suelen ser montajes, en mi causa está acreditada, porque efectivamente yo portaba una bomba la madrugada del 1 de junio con destino a la sucursal bancaria ubicada en av. Vicuña Mackenna con Victoria, punto centro de la capital.
Por mi parte deseaba comunicarlo todo ¿Por qué falló el ataque? ¿Cómo podría pretender comunicarme haciendo caso omiso a algo tan relevante? O incluso ¿por qué ese banco? Politizar un ataque anticapitalista no es solo hacer apología de la violencia, es también ponerme la soga al cuello y eso ¡Jamás¡ porque mientras esté vivo yo planeo seguir luchando, no me importa si me faltan algunos dedos, una mano, el oído o la vista, seguiré adelante a como de lugar, eso lo tienen que saber tanto mis enemigos como mis compañeros.
Entonces me piden que rompa con el aislamiento, con el hermetismo que ronda mi persona, planteo que me avergonzaría comunicarme por hacerlo simplemente a lo que me responden con un golpe a mi conciencia ¿y tus compañeros? ¿pienso que comunicarme con ellxs es algo banal y sin importancia?. Es verdad, no necesito vomitar todo lo ocurrido esa noche, creo que en el futuro ya habrá tiempo para eso…
Entonces ¿quieren saber de mi? Pues bien voy a luchar para vivir y vivir para luchar hasta ser libres y salvajes, no me entrampare en que soy menos salvaje si respiro de forma artificial o no, porque creo que es en situaciones como esta donde aflora el instinto más salvaje del hombre, el de sobrevivir, no pretendo aludir a nadie en particular, porque sé que muchos compañerxs me desearon mi muerte con los mejores deseos, pero quiero que de aquí salga una lección para todxs, no se puede desear la muerte de un compañerx asi tan suelto de cuerpo, claro al menos que el compañerx lo manifieste, pero si ese fuera el caso, la persona buscaría los medios para ponerle fin a su vida, sin que con ello se genere una causa judicial (homicidio) a un tercero. Porque, ¿Qué hubiese ocurrido si por “hacerme el favor” me hubiesen asesinado? ¿Quiénes son ellxs que se dicen mis compañerxs para juzgar si vale la pena o no que yo siga con vida? El único que capaz de tomar semejante decisión es el individuo , solo él sabe lo que realmente desea, y particularmente yo deseo seguir vivo, para continuar luchando.
Por otra parte, quiero que sepan que agradezco todas y cada una de las acciones solidarias que han tenido conmigo, los lienzos colgados en distintas partes del mundo o aquellos mensajes que cargaban los mismos solidarios llegaron hasta mis oídos de una u otra forma, cada panfleto, cada boletín contrainformativo, cada espacio de sus vidas que lo dedicaron a mi lo guardo como un tesoro, sepan que me he enterado de todo y que en este mundo no existen las palabras para mis sentimientos de gratitud, porque cada bombazo, cada incendio organizado en mi nombre están en mi mente, jamás podre olvidar lo valiente que fueron mis compañerxs mexicanos, la insubordinadxs que han sabido ser mis compañeros de Grecia, quisiera abrazar a lxs salvajes de Bolivia y EEUU, saludar afectuosamente a lxs rebeldes de España e Italia, a los libertarixs de Argentina ¡animo!, como dejar de mencionar a los iconoclastas de indonesia ¡fuerza hermanxs! A lxs anónimos del F.L.A y del F.L.T en Rusia y en el mundo. A lxs compañerxs presxs esparcidxs por el globo, les mando todo mi cariño en estas humildes letras, a la compañera Tamara, presa en Mexico, a Gabriel Pombo Da silva, preso en España, a Marco Camenisch preso en Suiza, a lxs compañerxs siempre dignos de Celulas del Fuego, como envidio su coraje y por supuesto, a mis compañerxs del territorio dominado por el estado de $hile, a ustedes que lxs conocí en persona sepan que lxs llevo en mi corazón a todas partes, jamás me he separado de ustedes porque lxs llevo en mi sonrisa, sé que en una carta jamás podre agradecerles a todxs y cada uno de las acciones espero que se entienda que no pretendo excluir a nadie, las formas en las que han solidarizado conmigo son tantas y tan diversas que como la lucha misma, desde acciones ilegales, hasta actividades, llamadas telefónicas, mensajes por internet, canciones y sonidos libertarios, en fin quiero que sepan todxs y cada unx que uds. rebeldes solidarixs que este loco por la libertad Jamás, jamás lxs olvidara, supieron estar grandes como los rascacielos y golpear donde duele, y por sobre todo hicieron brillar las estrellas con su arrojo y eso es digno de imitar.
Me gustaría que supieran lo que generaba en mi la solidaridad, aquellos días en donde nada tenia sentido, donde aprender a rehacer mi vida no tenia ni una pisca de lógica, porque sepan que estuve mal, lo que me sucedió a mí, se lo deseo a muy pocas personas, porque fue horrible y en donde más oscuridad habían aparecían ustedes, gestos pequeños que me empujaban a no renunciar, ¿Cómo traicionar a aquellxs que se juegan la vida por darme animos? Y aprendi ha conquistar la vida denuevo se que ustedes jamás dimensionaran lo importante que han sido. Ahora me encuentro fuerte como nunca, la prisión lejos de amedrentarme me hace estar fuerte como en aquellos días, paradójica es la vida porque siempre dije que tener compañeros en prisión no debía ser en ningún caso motivo de amedrentamiento todo lo contrario debía ser la razón de la mecha en la botella con la bencina, del incinerador en la carga explosiva o incendiaria, de la sonrisa en los corazones insurrectos después de cada jornada de ataque, así lo creí antes y así lo sigo creyendo y ahora soy yo el que se encuentra prisionero, por lo tanto si mis enemigxs no logran intimidarme a mi, que me encuentro en sus garras veo difícil que lo hagan con mis comparñerxs.
La cárcel planeo enfrentarla de la misma forma con la que enfrente a la sociedad, con dignidad y alegría, jamás de una forma sumisa, como se habló en una ocasión, hacer la cárcel combativa. Les cuento que me encuentro en la sección hospitalaria de la cárcel Santiago 1, aquí se vive un régimen similar al del Modulo de maxima seguridad de la cárcel de alta seguridad, pero sin patio, sin radio, sin tV, con una visita semanal de 2 personas máximo y con el riesgo de contagiarte las enfermedades de los otros presos, la pieza es compartida, y es mas grande que una celda, por estos lados le llaman la cárcel de los locos, porque aguantar aquí mucho tiempo es para volverse loco, aunque yo soy de la idea de lo que no te mata te hace mas fuerte, adema como dicen por ahí “lxs locxs somos lxs que tenemos los sueños más lindos”. Les cuento que hago mucho ejercicio para recuperar la musculatura que perdí, canto bastante sobre todo esas canciones que a nadie le gustaban, le escribo cartas a mi chiquitita todas las semanas, a veces si es que tengo compañero de pieza juego ajedrez o conversamos, por lo general los presos me toman mucho cariño y me ayudan bastante. Sigo rigurosamente mi tratamiento para la rehabilitación e intento darme ánimos yo mismo cuando la información del exterior escasea, les cuento también que me he propuesto muchísimos proyectos, en algunos ya estoy trabajando, otros son par cuando ya haya cumplido mi condena.
Pienso que así un rebelde se convierte en guerrero cuando es capaz de volver a levantarse por mas fuerte que haya sido la caída, que es capaz de ver una realidad aunque tenga todas las de perder, un guerrerx no necesariamente tiene que saber confeccionar una bomba o manipularla, tampoco tiene técnicas de camuflaje, esas son cosas que se aprenden por añadidura, los guerrerxs son peligrosxs por sus ideas y principios, porque van hasta las últimas consecuencias, siempre firmes, inquebrantables, porque no se traicionan a si mismxs, ni a sus compañerxs, porque siempre están atentxs, porque no se dejan llevar por un cahuín o por la copucha, porque si tiene problemas los enfrentan, porque si tienen pena lloran, y si tienen alegría se rien, porque saben transitar por una vida plena, no por eso tranquila, esos son lxs verdaderos guerrerxs, ahora, en esta guerra son muchas las ocasiones de gozo, pero también hay momentos de amargura, porque es una guerra, no una moda juvenil, y enfrentarse al sistema de dominación utilizando estos términos puede traer nefastas consecuencias y debemos saberlo de antemano, porque un error un pequeño descuido lo cambia todo, siempre se dijo y yo esto lo tenía entendido, por lo tanto actué acorde a los términos que solía utilizar. Respecto a mis heridas, han cicatrizado todas, lamentablemente las marcas siempre quedarán pero las porto con el mismo orgullo que mis tatuajes, porque son la prueba mas fehaciente de que estoy convencido en mis ideales ¿Cómo no estarlo? Porte esa bomba con sueños y esperanzas y eso sigue intacto.
Por otro lado lamento no poder seguir aportando en los proyectos que participaba, entiendan que para mi no había ninguno mas valioso que otro, todos y cada uno significa un aporte en la guerra social y ansío que esos proyecto no queden a la deriva porque no estoy, por el contrario debiese ser una motivación mas para seguir adelante, sé que no estoy absuelto de críticas, porque si formaba parte de tantos sueños debe haber actuado no al 100% de cuidado , sino al 150%.
Estoy seguro que mi ejemplo cerrara un capitulo mas y que lxs nuevxs y no tan nuevxs combatientes sabrán rescatar lo positivo de todo esto, porque la lucha continua y existen demasiados corazones que no caben en este mundo autoritario y desean abrirse paso, porque lo hicimos en el pasado sabremos hacerlo en el presente, en lo personal hago un buen balance de las luchas antiautoritarias en el mundo, una que otra baja, pero en general veo un buen pronostico.
Pero tal como la lucha avanza, la represión también lo hará y mi caso será utilizado para reinaugurar el patético montaje caso bombas, por lo tanto hago la sugerencia a estar alertas, nunca a la inacción pero si a la cautela, porque mi autocritica se puede aplicar para todxs, es la idea de compartirla, lo que digo tampoco lo digo a ciencia cierta, es una especulación, quizás no intenten mas montajes por temor a hacer el ridículo de nuevo , o quizás se tiren a la piscina escusados en que mi hecho está acreditado por lo tanto el llamado es a estar bien despiertxs , con los 5 sentidos en la calle.
Para terminar quiero dedicarle unas últimas líneas a esa persona que andaba conmigo en la madrugada del 1 de Junio. Hermanitx, sé que mi accidente te debe haber marcado, quizás cuantas noches sin dormir, en la incertidumbre de la cotidianeidad, ¿sabrán que soy yo? ¿Se notará? ¿Habrá despertado al día siguiente o se habrá muerto en el sueño? ¿me habrá delatado? Recuerdo que una vez te dije que a pesar del profundo odio que siento ante el miserable que apuñaló a su compañera, igual creía entenderlo, porque debía estar en algo similar para ver si somos tan fuertes como decimos, porque siempre he creído que la delación es un enemigo interno. Ahora te puedo decir con certeza que ese tipejo no tiene cojones!. También recuerdo que antes de salir a la calle esa noche te dije que andaba sin mi cábala, algo totalmente sin sentido, algo que yo sentía que me daba suerte, tu me dijiste que era un loco por creer en esas cosas, por suerte traía mi otro amuleto y quede vivo ahora podemos reírnos de esas leseras. Hermanx quiero que sepas que a pesar de que ni siquiera imaginar las malas pasadas que te juega la mente o tu corazón, yo sigo siendo el mismo tortuguita con olor a patas que duerme en el suelo y jamás voy a tener que reprocharte nada, porque esa noche me toco a mi, igual como en jornadas pasadas te habrá tocado a ti, si algo pasaba la segunda persona huye, así lo teníamos acordado y así tenia que ser porque aunque mucho veces te puedas sentir un/x traidor/x , no lo eres, en esta guerra que decidimos emprender faltaran las palabras para que nos entiendan. Quizás no te vuelva a ver nunca más, si es así, suerte en todo lo que venga.
Una vez lo dije y hoy lo repito con orgullo ¡Nunca derrotadxs, nunca arrepentidxs! Desde aquí les mando un caluroso abrazo a la gente que anda clandestina.
¡Con el Mauri presente en la memoria!
¡Presxs en guerra a la calle!
¡Contra toda autoridad!
¡Caminando hacia la nada creadora!
Luciano Pitronello Sch.
Preso Político Insurrecionalista
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Declaración de guerra del EZLN enero de 1994




Un empleado de la Secretaría de Gobernación del Estado de Chiapas, grabó en su casa (con una radiograbadora casera) la presente declaración de guerra del ejército Zapatista de Liberación Nacional EZLN emitido en una estación de radio local en ese momento llamada RADIO ZAPATA, el 1o de enero de 1994, en la ciudad de Ocosingo, Chiapas.
El documento sonoro fue proporcionado por el Ing. Leonel Antonio Morales Grajales, quien es escritor, e historiador.

martes, 3 de enero de 2012

“El Cerco de Púas” de Juan Gutiérrez-Maupomé.


Texto publicado originalmente en “Ojarasca” de La Jornada en 1997. Está aquí para dar a conocer un punto de vista más sobre la situación actual de Los Kiliwas, es una situación que viven los pueblos indígenas del norte. Léanlo porque vale mucho la pena. El texto es reproducido íntegro con el permiso de su autor.
En el desierto hay un cerco de alambre de púas.
Ahí, en el cerco, hay un letrero que reza: “Ejido Kiliwas. Habitantes: 49. Prohibido cazar o sacar leña…”. Del lado de adentro del cerco se miran piedras, cerros pelones, biznagas, palmillas. A lo lejos corre un conejo espantado por la presencia humana. Con suerte se mira un coyote. Dicen que, de vez en cuando, puede verse un puma, un gato montés, algún venado. Ya nadie menciona al borrego cimarrón, antiguo compañero de vida, ahora refugiado en algunos riscos de la sierra de San Pedro Mártir, que hoy queda del otro lado del cerco.
En esa tierra que se mira dentro del cerco, en ese ejido que lleva su nombre, viven los Kiliwas. Son nueve. Dos de ellos viven fuera del ejido, por enfermedad, o por auto exilio. Cruz Ochurte, el último capitán de los Kiliwa, vive al otro extremo del valle, cerca del asentamiento mestizo de la Trinidad. Desde su casa, en lo alto de un lomerío, puede contemplar lo que alguna vez fué el corazón ritual de su cultura. De los Ochurte, quedan tres hermanos. De los Espinoza aun viven seis personas. Son todos los Kiliwas. El resto de los pobladores del ejido son mestizos, en su mayoría procedentes de otras tierras, tan lejanas como Oaxaca, Michoacán o Sinaloa; algunos de ellos son descendientes de la rama femenina de los Kiliwa.
En este siglo de luces y sombras, de modernidad y extermino tecnificado, se despliega ante los ojos de quien lo quiera ver un proceso de genocidio. Es el México moderno, el de la antesala del primer mundo, el de la reforma al artículo 27, el avasallador México de la máxima ganancia al menor costo y la “productividad” a cualquier precio. Algunos le llaman calidad total.
Ahí, dentro del cerco, en ese ejido que semeja reservación estadounidense, campo de concentración del lento exterminio, no queda sino preguntarse cómo se llegó hasta aquí, quiénes son éstos hombres que dejaron de tener hijos cuando se hizo imposible la trashumancia de su historia de siglos, quiénes son estas mujeres que relatan, en su vejez, la muerte de un hijo tras otro, hasta completar doce, todos ellos de cosas como la neumonía, la tuberculosis, las infecciones intestinales, o simple y llanamente el hambre. Son mujeres que se casaron con fuereños, con mestizos venidos de rincones lejanos. Mujeres y hombres que miran esas piedras, esas biznagas, ese ocasional conejo que corre al paso del tiempo de la espera de la muerte.
La situación es ya insostenible en el Ejido Kiliwas. La frase no es del todo cierta. Por lo menos, no lo es para todos los integrantes del Ejido. Hay que trazar una línea: la situación es insostenible para los Kiliwa originales: Doña Cleotilde languidece a sus 84 años en un hospital de Tecate, Doña Pola vive su vejez en su paraje, en compañía de su hermano, Cirilo, víctima del alcohol, el crack, los cristales, y con su hijo, Eusebio, que sigue los pasos de su tío. Más arriba, en un rancho llamado La Parra, asentamiento tradicional de su familia, vive José Ochurte, con la ocasional compañía de Teodoro, su hermano mayor, incapaz ya de realizar esfuerzo alguno, y de una treintena de chivas que son su sustento. Ninguno tiene trabajo regular o medios de ganarse la vida. Cerca de la casa ejidal vive Natalia, con su sobrino Porfirio.
En territorio Kiliwa operan en paralelo las sectas evangélicas, los nuevos dueños de la tierra, los antropólogos fundamentalistas promotores de tradiciones inexistentes, las instituciones públicas y los narcotraficantes, así como las empresas extranjeras y los infaltables intermediarios. La explotación de la palmilla y la jojoba, fuente ocasional de ingresos, sigue el patrón del resto del país: el que menos ingresos obtiene es quien la trabaja. El primer intermediario (ahora también ejidatario) es el dueño del camión que permite bajar la planta cortada hasta el sitio al que puede llegar un trailer. Después están el trailero y los ingenieros cuyo estudio es indispensable para obtener el permiso de corte otorgado por el gobierno, sigue la empresa de acopio en el lado mexicano de la frontera y posteriormente, la empresa procesadora estadounidense. Al sol enervante del desierto, la gente trabaja haciendo apenas una pausa para beber el refresco que vende la propia autoridad junto con el dueño del camión que ostenta en su puerta con orgullo su nombre: “el Kiliwa”. Cobra 10 dólares el viaje de tres kilómetros entre la zona de corte y la casa donde se hace el acopio en espera del trailer. El trailero cobra 15 dólares por tonelada transportada. Los ingenieros otro tanto por tonelada, a pesar de haber terminado el estudio hace tres años. Habrá que pagar, además, impuestos y permisos. El resto se divide entre quienes trabajan en el corte y la repartición de utilidades entre los ejidatarios. La distribución de ingresos se revela sola: el dueño del camión, mestizo avecindado en el ejido, y ahora ejidatario, cobra por viaje, por trabajo, por utilidad y por los refrescos. Eusebio, Kiliwa nacido en Arroyo de León, sólo cobra por su trabajo, menos lo que haya consumido de líquido para sostenerse en pié durante el corte y la estiba, a 48 grados centígrados, temperatura ambiente.
La memoria viva todavía alcanza para recordar el tiempo cuando la tierra no tenía dueños. ¿Cómo podría tenerlos? ¿Quién podría hacerse dueño del aire, la tierra, el agua o el fuego? La tierra está ahí, es de todos, de quien la ocupa por un tiempo, de quien camina por ella, de quien la mira, de quien la recuerda. Si fuese de alguien, la tierra sería de Mayak K’uyak y los primeros dioses que hicieron el mundo; sus hijos, los hombres, están para mantener la vida, para conservar el mundo, no para poseerlo. La tierra es el espacio donde yacen las partes del cuerpo, es el universo en el que se mueven los hombres para encontrar el piñón y la miel, para llegarse a la costa y sacar del mar el alimento; es donde se encuentran los frutos y la madera para entibiar el invierno. En ella abren sus ojos los aguajes, en ella vive el conejo, el coyote, el borrego cimarrón. La tierra es el espacio de la trashumancia, de aguaje en aguaje, siguiendo las estaciones que pautan el sustento cotidiano, la riqueza temporal de cada una de sus fuentes. Es donde se canta y recrea la memoria histórica que se remonta a los tiempos del origen.  Hoy, la tierra está cortada por cercas de alambre de púas. La tierra ahora tiene dueños, dispuestos a defender su propiedad con sangre. Ahora hay que pedir permiso, si uno quiere buscar piñones en el bosque, si uno quiere buscar la leña, si uno busca el agua para beber, si uno quiere acercarse a donde yacen los muertos.
Hay una paradoja, profundamente desconcertante: para quienes la tierra no era susceptible de forma alguna de posesión, la propiedad de un pedazo de tierra se torna única posibilidad de subsistencia. Su pérdida simboliza la muerte definitiva de la cultura, su preservación, la muerte relativa por mestizaje.
La historia es simple. Para los Kiliwa, la tierra no era poseíble, de ahí que hayan permitido los asentamientos de fuereños sin protesta alguna. Un día, se ven acorralados, rodeados de ejidos, ranchos, pequeñas propiedades. De pronto, sólo la apropiación de un pedazo de tierra hace posible la supervivencia. La última gran batalla Kiliwa es por la posesión del territorio sagrado. Cruz Ochurte pelea por un espacio determinado, no por una cantidad específica de tierra. Busca el Cerro Borrego, los aguajes, los puntos cardinales que le dan origen y sentido al universo. No transige, no negocia. Es el corazón ritual, el alma de la cultura. Es buena tierra para la vida. La batalla dura treinta años y se escenifica en diversas oficinas de gobierno: desde las autoridades municipales hasta los encuentros con tres presidentes de la República. Pasa por las ventanillas de la Reforma Agraria y las salas de espera de Instituto Nacional Indigenista, recorre encuentros internacionales y despachos de abogados. Son 30 años buscando que se cumpla la palabra soltada al viento por el General Cárdenas una tarde de otoño en el desierto: esta tierra es de los Kiliwa… Es una guerra larga, dolorosa, que se pierde, batalla tras batalla, en los subterfugios de la burocracia gubernamental, los intereses que rigen la política oficial. Es cuestión de dinero, dice Cruz, con la misma risa entrecortada por toses de pulmones cansados con que habla de que ya todo ha terminado, incluso la muerte. Aquí, nos dice, quien tiene dinero tiene razón, compra justicia, ejecuta resoluciones presidenciales. ¿Y uno que tiene? Pues nada, y así se queda, sin nada. La presión conjunta de terratenientes, ejidatarios que son migrantes avecindados en la zona, ganaderos, pequeños propietarios y la eficiente asesoría  de los mejores exponentes de la Reforma Agraria y del indigenismo oficial terminan por imponer su voluntad. Cruz Ochurte renuncia a su capitanía Kiliwa, y, con el voto mayoritario de los mestizos, en las tierras colaterales, en las laderas desérticas de la sierra, se crea el ejido y se establece la nueva autoridad, desde un principio en manos de los mestizos. ¿Qué se perdió? El tesoro, dice Cruz. Se perdió el piñón, la madera, la leña, el agua, el venado y el borrego, se perdió la tierra donde moran los muertos y donde yace el origen del mundo. Lo que sigue es la muerte más absoluta.
Para un grupo nómada, o cazador-recolector, el proceso de sedentarización forzada o inducida, representa el final de la vida. Los Kiliwa, hijos del viento, que seguían un ciclo de vida siguiendo los avatares de la cacería y la recolección, se encuentran en un espacio cerrado, comienzan entonces a morir. La pérdida del territorio es el punto de cambio. Ahora los asentamientos son, por necesidad, más permanentes. Se vive en vecindad más estrecha. Aparecen las iglesias como centros de un espacio de vida. Aparece la casa ejidal, como centro de reunión, como espacio del poder político, en paulatina sustitución de los aguajes. Con las sectas religiosas protestantes, llegan las escuelas, explícitamente dedicadas a mantener aquello que es aceptable a ojos de su evangelio, y borrar lo que no lo es. Ahora se habla ya de la construcción de un asentamiento permanente, con casas prefabricadas de diseño norteamericano. Son los viejos símbolos de la opresión colonial en el norte: la iglesia, el espacio del poder, la escuela religiosa, el poblado. Es la reiteración del viejo proceso. El padre Newman lo describe para el siglo 16 y 17 en la Tarahumara. Para quienes no se someten, sólo se ofrece la muerte: los Jovas, los Janos… Los Kiliwa.
Hay otra paradoja: donde no se escribe, las palabras son el corazón de la cultura. En ellas se deposita la memoria, la visión del mundo, el relato del origen y la historia de los linajes. Allí donde no se escribe, donde se hablan las historias y la memoria permanece guardada en las palabras que se recuerdan, la poesía, el canto, la letanía, preservan culturas y tradiciones, historia y mitología. En ellas, las palabras, el corazón de la cultura florece. Lo que se dice es lo que permanece.
Entre los pueblos nómadas el canto es el centro de la tradición que da cuerpo e identidad. Cada grupo tiene su propia lengua, su propia palabra. Sonaja en mano, el cantador dirige la danza, dirige la ceremonia. Sus palabras guían los pasos, recuerdan a todos la historia, van dando forma al pensamiento de los mas pequeños.
Cada generación tiene su cantador, su contador de la historia, su depositario de las formas de la identidad. Cada generación recrea el origen, reorganiza el conocimiento, encuentra las formas de la subsistencia.  En el cantador y su memoria, reposa la posibilidad de futuro, abierta por el registro de lo pasado. El cantador y su canto son la herramienta y la narración más importante del grupo humano. Sin él, muere la cultura toda, esa es su importancia, y en ella se encierra la tragedia que aquí se narra. Es un proceso de muerte, y en algunos aspectos, de cambio. La muerte de Trinidad Ochurte, último de los cantadores Kiliwa, ocurrida en 1994, es símbolo de este proceso, y su expresión definitiva. Con la muerte de Trinidad Ochurte, se fue el canto, se fue la voz, se fue el conocimiento, se murió la historia.
Con la mirada fija sobre el Valle de la Trinidad, Baja California Norte, Cruz respira antes de dar una respuesta… Vienen demasiado tarde… Quizá si hubieran llegado hace 50 años, cuando todavía se podía hacer algo, pero ya no, ya no hay nada, ya no tiene caso. Sonríe.
Juan Gutiérrez-Maupomé.